viernes, 22 de junio de 2018

¿Por qué tan caro?

Con cierta frecuencia recibimos comentarios de que los juegos de mesa modernos en el Perú son caros. Valgan verdades, lo son. ¿Por qué los juegos son más caros en nuestro país que en otros y de qué depende que eso vaya cambiando? En este artículo voy a compartir información general de la cadena de abastecimiento de nuestra industria (nada que no se pueda encontrar en Google) y mi opinión sobre las particularidades del mercado peruano.

Lo primero es entender el rol de todas las partes en la cadena de abastecimiento. Todo juego de mesa parte como la idea de un autor. Cuando el autor tiene el proyecto desarrollado se lo lleva a una editorial, que es quien fabrica el juego y lo ofrece al mercado. El acuerdo entre el autor y la editorial generalmente contempla el pago de un monto fijo por los derechos sobre el juego, el pago de un monto variable por cada unidad producida o una combinación de los dos. Hay muchas editoriales y la mayoría de ellas tiene pocos productos de interés, lo cual hace difícil que las tiendas les puedan colocar pedidos de manera directa. Ahí es donde entran las distribuidoras, que juntan productos de varias editoriales y arman un mix interesante para venderle a las tiendas. Como el mundo es grande, las editoriales alcanzan acuerdos independientes con diferentes distribuidoras para venderles versiones del juego con su logo y en el idioma de los países en los que operan.

Generalmente la editorial define un precio sugerido de venta al público (también conocido como MSRP en inglés o PVP en castellano) y al hacerlo tiene que validar que ese precio cubra los costos de producción del producto, su margen de ganancia y el margen de todos los que vienen después en la cadena. Se considera normal que una tienda tenga entre 35% y 45% de descuento sobre el MSRP según su tamaño y que las distribuidoras tengan entre 60% y 65% de descuento respecto a ese mismo precio. Las distribuidoras son las que cargan casi todo el inventario de la cadena. Las editoriales programan sus lotes de producción en base a pedidos previamente recibidos de las distribuidoras y guardan poco o nada de stock. De hecho es por eso que los quiebres de stock son tan frecuentes y tan largos en esta industria en relación a otras. Las tiendas deberían tener poco stock porque no les sobra el espacio y tampoco les conviene arriesgarse a comprar mucho de productos que no tengan rotación garantizada. En general colocan pedidos semanales a las distribuidoras, por lo que su stock debería aguantar poco más de una semana. La tienda es la que tiene un mayor margen bruto en la cadena, porque también es la que tiene los mayores gastos fijos en relación a sus ventas. Necesita pagar un alquiler en un espacio donde tenga visibilidad al público y una planilla de personas que puedan atender de manera personalizada a los clientes, pues como sabemos la compra de un juego de mesa no suele ser rápida. 

Países como Alemania tienen editoriales tan grandes, que tienen su propia distribución y pueden llegar a las tiendas con precios relativamente bajos. Eso se ve reflejado en el precio al consumidor final y por eso en Alemania un Catan no cuesta demasiado más que un Monopoly. Países como España y USA sí tienen distribuidoras metidas en la cadena de suministro y por eso el MSRP es más alto que en Alemania. Países como Perú no tiene distribuidoras locales bien establecidas y las tiendas deben importar directamente de distribuidoras de otros países, que por lo general ofrecen las mismas condiciones que les dan a las tiendas de su propio país. La tienda peruana debe asumir el costo de la importación, que incluye los costos logísticos en origen y destino y los aranceles, y también el costo del inventario (costo financiero del dinero inmovilizado en mercadería). Estos costos se balancean según el tamaño y frecuencia de los pedidos, pero ambos son un sobrecosto por no tener acceso a una distribuidora local que ofrezca despachos semanales. El margen bruto de una tienda peruana debería necesariamente ser mayor al de una tienda americana o española por el simple hecho de tener estos dos costos adicionales. Como el precio al cual compra no es menor, la única manera de obtener ese margen mayor es vender a un precio mayor al MSRP del país del cual compra la mercadería. Al comparar precios con USA también es importante considerar que en Perú hay un 18% de IGV metido en el precio, mientras en USA los impuestos se cargan por arriba del precio anunciado y son mucho más bajos.

Una tienda peruana también puede ofrecer los productos que importa en distribución local pero entonces sus márgenes deben poder aguantar el descuento respecto al precio de venta al público que esperan sus clientes. Al haber dos distribuidoras (una extranjera y una local) metidas en la cadena inevitablemente habrá un impacto en el precio que paga el consumidor final. Tener oficinas locales de las grandes distribuidoras mundiales podría ayudar en algo, pero lo que más ayudaría es tener una distribuidora local que le pueda comprar directamente a las editoriales, pues esto reduciría principalmente costos y no sólo márgenes. El tamaño actual del mercado peruano aún no permite que eso sea viable, pues pocos productos tienen demanda suficiente para cubrir en un tiempo decente una corrida mínima de producción de 1000 unidades. Si esto suena desalentador, piensen que hoy son pocos, pero hace dos años no era ninguno.

Tenemos un país con ingresos per cápita bajos, un mercado chico y una cadena de abastecimiento larga, que genera precios altos. Esto hace que los juegos de mesa modernos se vuelvan un producto inaccesible para muchos. Esta coyuntura hace que algunos jugadores busquen reducir costos con tácticas alternativas, como montar la tienda en la propia casa o usar amigos y familiares aficionados como apoyo voluntario para el manejo de la tienda. De manera similar, el dueño puede optar por no cobrarse un sueldo y vivir de las utilidades que deje la tienda, pero lo correcto sería ver el sueldo como una compensación por el tiempo dedicado y las utilidades como una compensación por el capital arriesgado. También surge el espacio para negocios informales y personas particulares que traen pequeñas cantidades de mercadería del extranjero sin pasar por aduanas y la logran vender gracias a Facebook, sea a través de un fan page o de grupos de aficionados. No es un negocio escalable pero al no tener costos fijos y evitar 24% de impuestos entre IGV y Ad Valorem, algo de dinero puede dejar. Lo más peligroso de este tipo de oferta es que instala la percepción de que los negocios formales que pagan los impuestos que corresponden y que asumen los gastos necesarios para dar un buen servicio venden a precios exageradamente altos.

Resumiendo todo lo anterior, cuando juzguen el precio de un juego en el Perú y tomen como punto de referencia el precio que ven publicado en Amazon consideren que i) hay un flete y varios otros costos logísticos de la importación; ii) hay un arancel de 6%; iii) hay un costo financiero del inventario que la tienda debe cargar para atender la demanda entre pedidos; y iv)  hay 18% de IGV metido en el precio que pagan. Si piensan que las tiendas especializadas en el Perú se llevan un margen desproporcionado gracias a la poca competencia, comparen para diferentes productos la relación entre su precio FOB en dólares (visible en el portal de la SUNAT) y su precio de venta en soles en el retail. Verán, por ejemplo, que el Catan se importa a $26.95 con Devir Americas y se vende a un máximo de S/ 200 (ratio de 7.42) mientras el Monopoly Clásico se importa a un FOB de $4.36 y se vende en el retail a S/ 80 (ratio de 18.35).

El crecimiento del mercado peruano seguramente traerá eficiencias y acortará la cadena de abastecimiento, lo cual se traducirá en precios más bajos hacia el consumidor final. Mientras esto no ocurra habrá que tener paciencia, agradecer el buen servicio y el espacio gratuito de juego que reciben en su tienda local y valorar que, aunque en un mercado maduro deberían ser más baratos, los juegos de mesa modernos justifican de sobra su precio respecto a los clásicos, a los que hacen sentir obsoletos gracias a su diseño sofisticado, calidad de materiales y profundidad de mecánicas. 

Escrito por Daniel Mayo

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